(*) Nicolas Del Mastro
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La segunda quincena de febrero de este verano del 2025 llego con la noticia de una nueva suspensión de la tremenda agenda de actividades, audiencias y convocatorias, del argentino más importante de la historia, a raíz de su estado de salud. El Papa francisco, con sus 88 años, enfrentaba así desde hace 7 días dificultades respiratorias, nuevamente como ocurrieron que en los últimos meses de marzo y noviembre. Complicaciones, que parecen acecharlo y con él a todas las personas que siendo o no cristianos respetan, escuchan y se sienten interpelados diariamente por su catequesis, como una voz clara y distinta en el medio de una cultura del descarte, en la que los más antiguos de una comunidad no son ni considerados.
Como si el tiempo se detuviera, dejaron de llegar desde Roma, sus reflexiones, sus discursos, sus actividades, en las que nos propone con palabras simples, por ejemplo: sostener con el lomo lo que se dice con el pico, que mientras más alto uno va en la vida alto más abajo debemos sentirnos, que se debe ir saludando en la medida que uno sube las escaleras y que no existe ninguna mudanza detrás de un cortejo fúnebre. Enseñanzas sencillas, consejos cotidianos, que representan las mejores conductas de un buen cristiano y honrado ciudadano. Y que son tal vez en este momento más necesarias, justo cuando nuestro pueblo pero fundamentalmente toda la clase dirigente de los distintos sectores de nuestra comunidad vive desde hace 14 meses, momentos donde la felicidad del pueblo y la grandeza de la patria, se hacen cada vez más necesarias.
Es en este contexto donde Francisco nos muestra una vez más su profunda humanidad, es la expresión de aquellos migrantes de principio de siglo XX que llegaron al sur del Rio de La Plata con una mano atrás y otra adelante, artesanos de la cultura del trabajo, con una dedicación de tiempo completo, diríamos hoy. Francisco como en una carrera contra el tiempo en la que su papado, de casi ya 11 años, fuera a finalizar en cualesquiera momentos, llega hasta a conspirar con su propia tarea pastoral, pareciera que el peor enemigo del Papa Francisco es el propio Jorge Mario Bergoglio, al resistir su internación entregando y dando todo de sí hasta el último instante.
Pasados los días, en que los comunicados de prensa comenzaron a dar muestras de su mejoría, otra vez Francisco nos muestra su profunda humanidad, como el que llega al límite, toca fondo y vuelve a salir. Y así como en armonía con su evolución surgen no como veces anteriores reacciones de afecto, convocatorias de misas y momentos de oraciones. Acciones del Santo Pueblo Fiel de Dios, que se organiza y se moviliza. Reacción que tal vez requiera de mayor orgánica, pero como expresión popular esta más en la gente que en sus dirigentes. Son sin dudas expresiones claras de que la unidad está por encima del conflicto.
En definitiva, nos queda saber interpretar el sentir de nuestro pueblo, ser pueblo, como en aquel documento que escribió Bergoglio de cara al Bicentenario, para ser conscientes que ante este nuevo susto, no está todo dicho, porque seguramente la nueva realidad de Francisco y su cuerpo tendrá consecuencias, entre las que quedarán afectadas indudablemente sus viajes apostólicos y en ello el querido y deseado regreso a la Argentina.
Podríamos animarnos a decir entonces ya después de 11 años de Pontificado, a sus 88 años, con sus limitaciones corporales mas no espirituales ni afectivas, Francisco es ya en esta Argentina, la síntesis del Ser Nacional, es sin dudas el Factor de Unidad Nacional, por eso desde el pago de los arroyos, la ciudad que se construyó al amparo de la Virgen te decimos: Francisco lucha y vuelve, luche contra todos y vuelva como guía espiritual para los pueblo del mundo, y vuelva a su patria natal, como el hijo prodigo, que retorna a su casa, que su pueblo se levantará y caminará como nos anima nuestra Madre desde Lujan.
(*) Fundación La Alameda