Conociendo al Papa Francisco: La visión Filosófica del Papa Argentino

(*) Jorge Santiago Rojas

Una de las principales preocupaciones del Papa es la Paz social y la búsqueda del bien común. Sin embargo, esta paz no implica la simple ausencia de violencia, ni tampoco puede ser alcanzada por medio de la imposición de un sector de la sociedad por sobre las demás. Esta paz anhelada no puede servir de excusa para silenciar o tranquilizar a los más pobres en beneficio de los que detentan ciertos privilegios. Tampoco es la ausencia de guerra en base a precarios equilibrios de fuerzas. La paz se trata de una construcción diaria del bien común, que en definitiva es “una justicia más perfecta entre los hombres”, que solo será posible si existe un desarrollo integral de todos los miembros de la sociedad.  

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En función de esto, Su Santidad el Papa Francisco, planteó en Evangelii Gaudium cuatro principios que están “relacionados con las tensiones bipolares propias de toda realidad social”. Estos principios filosóficos, profundamente simples y prácticos, están orientados al “desarrollo de la convivencia social y la construcción de un pueblo donde las diferencias se armonicen en un proyecto común” de tal manera que “su aplicación puede ser un genuino camino hacia la paz dentro de cada nación y en el mundo entero”.

“El Tiempo es Superior al Espacio”

Su Santidad nos plantea que existe una tensión bipolar entre la plenitud y el límite. “La plenitud provoca la voluntad de poseerlo todo, y el límite es la pared que se nos pone delante”. Así las personas actualmente vivimos inmersas en una tensión constante entre la coyuntura del momento y el horizonte de futuro. De alli se deriva este principio: el tiempo es superior al espacio.

Este precepto nos invita a priorizar el tiempo y a pensar y trabajar a largo plazo sin obsesionarnos con la inmediatez de los resultados, como así también nos anima a armarnos de paciencia ante las contrariedades que nos impone la realidad. En el ámbito de la actividad socio-política muchas veces se comete el error de privilegiar los espacios de poder en lugar de valorar los tiempos de los procesos. En palabras de Francisco “darle prioridad al espacio lleva a enloquecerse para tener todo resuelto en el presente, para intentar tomar posesión de todos los espacios de poder y de autoafirmación. Es cristalizar los procesos y pretender detenerlos”. 

Por este motivo la opción de darle prioridad al tiempo es “ocuparse de iniciar procesos más que de poseer espacios”.  Se trata de privilegiar las acciones que generen nuevos dinamismos, nuevos procesos en las sociedades y de involucrar a otras personas y grupos que lo tomarán como propio y que tendrá como resultado importantes acontecimientos históricos.

“La Unidad Prevalece sobre el Conflicto”

El conflicto, que siempre existe, “no puede ser ignorado o disimulado, ha de ser asumido” nos dice Su Santidad. “Cuando nos detenemos en la coyuntura conflictiva, perdemos el sentido de la unidad profunda de la realidad”. 

Así, frente a los conflictos algunos miran y continúan indiferentes, lavándose las manos para continuar con sus vidas. Otros, en cambio, se involucran de tal manera que quedan prisioneros del mismo y la unidad se vuelve imposible. No obstante, “hay una tercera manera, la más adecuada, de situarse ante el conflicto: es aceptar el conflicto, resolverlo y transformarlo en el eslabón de un nuevo proceso”.

La solidaridad, “entendida en su sentido más hondo y desafiante, se convierte así en un modo de hacer historia, en un ámbito viviente donde los conflictos, las tensiones y los opuestos pueden alcanzar una unidad pluriforme que engendra una nueva vida”. No se trata de absorber a unos por sobre otros sino resolver los conflictos reconociendo y conservando los elementos valiosos de cada una de las partes en pugna.

Esta unidad y reconciliación del todo en sí mismo es la Paz. Pero no se trata de una paz negociada, sino más bien “la convicción de que la unidad del Espíritu armonizará todas las diversidades”, superando cualquier conflicto en una nueva y prometedora síntesis. Solo de esta manera será posible “desarrollar una comunión en las diferencias, que solo pueden facilitar esas grandes personas que se animan a ir más allá de la superficie conflictiva y miran a los demás en su dignidad más profunda”. Por eso este principio de la unidad es superior al conflicto “es indispensable para construir la amistad social”.

“La Realidad es Más Importante que la Idea”

Otra tensión que también existe es la tensión bipolar entre la idea y la realidad. “La realidad simplemente es, la idea se elabora. Entre las dos se debe instaurar un diálogo constante evitando que las ideas terminen separándose de la realidad”. Este principio nos sirve para “evitar diversas formas de ocultar la realidad: los purismos angelicales, los totalitarismos de lo relativo, los nominalismos declaracionistas, los proyectos más formales que reales, los fundamentalismos ahistóricos, los eticismos sin bondad, los intelectualismos sin sabiduría”.

“La idea – las elaboraciones conceptuales- está en función de la captación, la comprensión y la conducción de la realidad. La idea desconectada de la realidad origina idealismos y nominalismos ineficientes, que a lo sumo clasifican o definen, pero no convocan. Lo que convoca es la realidad iluminada por el razonamiento”.

Así vemos en el ámbito de la política a personalidades que se preguntan por qué sus pueblos no los comprenden ni los siguen si sus propuestas son lógicas y claras. Allí Francisco nos dice que es probable que esos dirigentes se hayan instalado “en el reino de la pura idea y redujeron la política o la fe a la retórica. Otros olvidaron la sencillez e importaron desde fuera una racionalidad ajena a la gente”

“El Todo es Superior a las Partes”

Actualmente vivimos en un mundo globalizado y por ello es que “entre la globalización y la locación también se produce una tensión”. Por esa razón Su Santidad nos interpela a “prestar atención a lo global para no caer en una mezquindad cotidiana”. Pero al mismo tiempo nos advierte que no conviene perder de vista lo local “que nos hace caminar con los pies sobre la tierra”.

La unidad de lo global y lo local nos ayuda a no caer en alguno de los dos extremos: “que los ciudadanos vivan en un universalismo abstracto y globalizante”, o “que se conviertan en un museo folklórico de ermitaños localistas, condenados a repetir siempre lo mismo, incapaces de dejarse interpelar por el diferente y de valorar la belleza que Dios derrama fuera de sus límites”.

De esto se deriva el principio de que el todo es superior a las partes y también es más que la mera suma de ellas. Por eso nos anima a no obsesionarnos por cuestiones limitadas y particulares, sino más bien a ampliar la mirada “para reconocer un bien mayor que nos beneficia a todos“. Ahora bien, hay que realizar esto “sin evadirse, sin desarraigos. Es necesario hundir las raíces en tierra fértil y en la historia del propio lugar”. Se trata de trabajar en lo pequeño, en lo local, pero con una perspectiva más amplia, más global. 

De esta concepción se deriva que la unidad no puede verse representada por una esfera donde todos los puntos son equidistantes del centro y no hay diferencias entre unos y otros.  Francisco nos propone pensar la unidad a partir de la figura del Poliedro, “figura que refleja la confluencia de todas las parcialidades que en él conservan su originalidad”. Este poliedro pretende recoger lo mejor de cada uno, implica unidad en la diversidad de los individuos en la sociedad y de las civilizaciones en el mundo. En la figura del poliedro se integran “ los pobres con su cultura, sus proyectos y sus propias potencialidades. Es la conjunción de los pueblos que, en el orden universal, conservan su propia peculiaridad: es la totalidad de las personas en una sociedad que busca un bien común que verdaderamente incorpora a todos”

Estos 4 principios orientadores tienen como finalidad alcanzar el bien común y lograr la paz. No obstante, esto solo será posible si convergen en el camino del diálogo. Allí Francisco nos plantea que “para la Iglesia en este tiempo, hay particularmente tres campos de diálogo en los cuales deben estar presentes para cumplir un servicio a favor del pleno desarrollo del ser humano y procurar el bien común: el diálogo con los Estados, con la sociedad – que incluye el diálogo con las culturas y con las ciencias- y con otros creyentes que no forman parte de la Iglesia.” Estos 4 principios tendrán su ejecución real y efectiva en tanto y en cuanto se trabaje para derribar muros y construir puentes. Solo mediante la cultura del encuentro será posible ponerlos en práctica.

*Licenciado en Relaciones Internacionales

**Este artículo de difusión pretende dar a conocer una pequeña porción del pensamiento del Papa Francisco. No expresa la totalidad de su visión. Si quieres conocer más, aquí abajo están las fuentes del presente trabajo.

Evangelii Gaudium: https://www.vatican.va/content/francesco/es/apost_exhortations/documents/papa-francesco_esortazione-ap_20131124_evangelii-gaudium.html

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